Inspirar para transformar
Desde que nacemos estamos inmersos en constantes cambios de todo tipo que van moldeando nuestra personalidad y nuestra vida. Muchas veces nos zarandean, nos molestan, nos retan, nos hacen tener que trabajar más, nos obligan a salir de nuestra zona de confort… Sobre todo incomodan a los que tienden a buscar estabilidad en sus vidas. A estos, se les hace aún más complicado. Pero la vida es cambio. Es lo único realmente certero. Es un desafío constante, eso sí, para quien es capaz de mirarlo de este modo.
Ya que los cambios son inevitables en nuestras vidas, ¿qué pasaría si fuéramos nosotros los que tomáramos la iniciativa para actuar sobre ellos?, ¿qué pasaría si quisiéramos comprenderlos?, ¿qué pasaría si tratáramos de sacarles provecho?, ¿qué pasaría si cultiváramos nuestra predisposición para aprender de ellos?...
La propuesta de este artículo es precisamente esa, la de comprender cómo son las personas “aprendices” ante los cambios que vienen a sus vidas, sean buscados o no, es decir las que manifiestan “querer aprender”. Pero también quiero daros a conocer aquellos obstáculos que nos impiden aprender.
Por tanto, “querer aprender” es lo que define al “aprendiz” que es aquella persona que manifiesta:
- Un auténtico deseo por crecer, desarrollarse para ganar, entre otras muchas cosas, madurez y sabiduría. También es el que hace una apuesta decidida para evolucionar hacia su mejor versión. Por tanto, se trata de estar abierto a la escucha, a la observación, a la curiosidad, a cuestionar y cuestionarse…
- Un profundo conocimiento de sí mismo, de dónde está, de lo que siente, de cómo es su zona de confort, de cuáles son sus limitaciones, de a dónde quiere llegar... sabiendo además, que cuenta con recursos propios, valores, talentos, actitudes, experiencias, aptitudes, conocimientos… en los que apoyarse y confiar.
- Un compromiso a tomar nuevas decisiones y a actuar para desenvolverse de otra manera en la vida. Aun sabiendo que sus creencias limitantes, su entorno, u otros aspectos le puedan frenar.
- Una actitud basada en la humildad que le permite mirar hacia dentro comprendiendo que quizás pueda estar confundido.
- Una comprensión clara de que es él el auténtico responsable de sus actos, y que de él depende desplegar su libertad y responsabilidad personal para encontrar y descubrir nuevos horizontes, porque el verdadero protagonista ante las cosas que nos pasan, somos nosotros mismos.
“Ser aprendiz” es, en mi opinión, el estado esencial, la condición indispensable para no sólo gestionar acertadamente los cambios, sino para aprender y crecer con ellos.
Pero, ¿qué nos frena a “ser aprendices”?
Aquí os ofrezco algunas de las limitaciones y dificultades más frecuentes:
- La incapacidad para admitir que no sabemos o de ver lo nuevo como nuevo. Es la incapacidad para soltar o cuestionar las experiencias del pasado aferrándonos a ellas como si fueran la única verdad.
- El “yo soy así y no voy a cambiar”. Es la limitación de creer que no tenemos la suficiente capacidad para aprender e incorporar algo diferente. Que hemos nacido así para lo bueno y para lo malo, así que “tómame o déjame”.
- La “ceguera cognitiva”, ignoramos que haya algo por aprender, que haya nuevas posibilidades. Construimos nuestra realidad desde lo que conocemos y creemos.
- “Aprender no es una de nuestras prioridades”. Llevamos una vida tan exigente, tan demandante y rápida que nos convencemos de que no tenemos tiempo para aprender. Que no es una de nuestras prioridades. Nos olvidamos que somos nosotros mismos quienes priorizamos nuestro tiempo sin darnos cuenta que es ciertamente una excusa.
- Sentirnos superiores. Nuestra interpretación es que ya lo sabemos todo. Que no necesito aprender nada porque ya lo sé todo.
- Sentir desconfianza. Dudamos de cualquier propuesta de cambio. Imaginamos cualquier agenda escondida y perversas motivaciones. Creemos que los que trabajan con entusiasmo es porque están siendo engañados por la organización, que los que se expresan apasionadamente son ambiciosos, que los que muestran iniciativa y agilidad es para complacer al jefe.
- Incapacidad para “reaprender”. Persistimos en acciones que nos sirvieron en el pasado aun cuando el presente requiere de algo diferente. Pensamos que todo lo ocurrido en el pasado fue mejor y lo añoramos con gran nostalgia.
- Confundir “aprender” con “incorporar información”. Se trata de adquirir sabiduría, no de tener montones de conocimiento basados en la información. La sabiduría tiene que ver con saber de la vida. Podemos tener conocimiento teórico de cómo se conduce un coche pero eso no significa que sepamos conducirlo. Nuestra dificultad radica en preferir acumular información descuidando la acción.
- Contexto emocional inapropiado. Algunos entornos favorecen el cambio de actitud y otros no. Respirar entusiasmo, respeto y cuidado, no es lo mismo que respirar rabia, resignación o miedo.
- Descuidar cuidarnos. El aprender tiene que ver también con nuestro propio cuerpo porque aprender una nueva actitud impacta en nuestra energía emocional y corporal.
He elegido esta foto de las Playa de Las Catedrales en Lugo, maravilla de la naturaleza, para representar la curiosidad, como actitud fundamental en el “aprendiz”. Esta actitud nos llevará a conocer, tras la puerta de piedra, un mundo por descubrir, repleto de luz.
Ahora que conocemos todo esto,
¿En quién te convertirás si te haces “aprendiz”?
*Artículo inspirado en el Programa de Coaching Transformacional.